Parece mentira que tras años de estudio haya llegado el momento de contar ''mi experiencia''. Trasladarnos hasta el principio de todo me resulta fácil porque sin duda tengo recuerdos que me han marcado para siempre.
Nunca olvidaré ese momento en el que pusieron las listas por primera vez en el tablón, iba todos los días para ver en clase me tocaba. Tenía miedo en cierto modo porque en el colegio te sentías la más mayor y de pronto todo el mundo era mucho más grande que yo. Poco a poco ese miedo de ser la más pequeña se pasaba porque en un abrir y cerrar de ojos estaba ya en otro curso.
Segundo de la ESO ha sido uno de los cursos que más me costaron. Llevaba en la maleta el pavo, la pava y los hijos, como decía mi madre. Recuerdo un día que tenía una blackberry en la maleta (en esos momentos era un móvil buenísimo), abrí la maleta disimuladamente para ponerlo en silencio y antes de abrir la cremallera ya estaba el profesor con la mano abierta pidiéndomelo. Mi cara fue un poema; le di el móvil que era nuevo y lo tenía con muchísimo cuidado. Pero ahí no se quedaba la cosa. Saca del cajón uno de esos papeles de colores, que todos hemos temido en los primeros cursos. Rellena mi nombre y se queda el móvil. Empece a llorar desconsolada y yo creo que de la pena que dí me quitaron el parte y tras pedir mil veces perdón me devolvieron el móvil. Ahora lo pienso me río de la importancia que le dí en el momento.
Es paradójico compararlo con la reacción que tenemos ahora cuando nos quitan el móvil, ni punto de comparación.
Los años de la ESO no los valoras hasta que llegas a bachillerato, no tenía ni comparación la dificultad, la presión y las clases tan eternas que se marcan algunos profesores intentando aprovechar hasta la última décima de segundo porque se acerca: SELECTIVIDAD. Sí, la palabra más pronunciada en los seis años que llevo en el San Juan de Dios.
Una de las mejores experiencias que he vivido allí ha sido el viaje a Roma. De ese viaje he sacado una conclusión con el paso de los años: no sabes ver hasta que no conoces. Visitamos muchísimas obras, iglesias y monumentos y para decir verdad no las he valorado hasta que no las he estudiado en historia del arte. Ahora me gustaría volver atrás y valorarlas sin quejarnos cada 10 minutos de lo que nos dolía los pies.
Bachillerato yo no lo definiría como los temidos peores años de tu vida. Todo lo contrario. Te das cuenta de que los profesores tienen vida y que la relación entre ellos y tú se estrecha hasta el punto que te dejan preguntarles dudas por Whatsapp. Vivir con mil exámenes cada semana se convierte en una rutina soportable.
Para terminar me gustaría remarcar que echaré muchísimo de menos el instituto al igual que espero que me echen de menos a mi. Nuestra pequeña huella perdurará al igual que la de todos los antiguos alumnos que han logrado alcanzar sus sueños gracias al IES San Juan de Dios. Solo me queda decir gracias y hasta pronto.